“La creación tiene su bondad y su perfección propias, pero no salió plenamente acabada de las manos del Creador. Fue creada "en estado de vía" ("in statu viae") hacia una perfección última todavía por alcanzar, a la que Dios la destinó. Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección:
Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, "alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura" (Sb 8,1). Porque "todo está desnudo y patente a sus ojos" (Hb 4,13), incluso lo que producirá la acción libre de las criaturas producirá (Cc. Vaticano I
LA PROVIDENCIA DIVINA Y EL PROBLEMA DEL MAL |
R. P. Lic. Pablo Rossi, I.V.E. El presente |
Dios no solamente crea todas las cosas sino que también las gobierna, guiándolas a su fin de modo infalible. Esta verdad parece oponerse a otras dos verdades de experiencia: la existencia de la libertad creada y la existencia del mal en el mundo. ¿Cómo puede ser que Dios gobierne infaliblemente al mundo y al mismo tiempo los hombres seamos libres? Si desde toda la eternidad Dios había previsto que nosotros íbamos a estar reunidos acá en este momento, si Dios causó infaliblemente las cosas para que así sucediera, ¿Cómo puede ser que nosotros hayamos concurrido acá libremente y no obligados por los designios infalibles de Dios? Un padre bueno, en la medida de sus posibilidades hace todo lo necesario para que sus hijos sean libres, buenos y santos; ¿Por qué Dios, siendo infinitamente bueno e infinitamente poderoso y gobernando infaliblemente la creación, permite que exista en sus hijos el mal y el pecado? Nosotros nos sentimos por la caridad obligados a remediar las necesidades del prójimo; y Dios, pudiendo remediar todas las necesidades, si es bueno, ¿Por qué no lo hace? El problema de la libertad creada y de la existencia del mal en un mundo guiado por la providencia amorosa y omnipotente de Dios es tratado por el papa en una serie de catequesis en el año 1986. El papa, sin temor a planteamientos profundos, encara este problema con preguntas difíciles, convencido de que la fe verdadera no teme a la verdad y debe interrogarse acerca de ella. De esta manera el papa nos invita a preguntarnos: ¿Cómo se conjuga la acción omnipotente de Dios con nuestra libertad , y nuestra libertad con sus proyectos inefables?¿Cómo interpretar y reconocer su infinita bondad y su sabiduría ante los males del mundo; ante el mal moral del pecado y el sufrimiento humano? |
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